TECNOLOGÍA

'Detox' digital, clave para la productividad de las pymes

La hiperconectividad puede generar dependencia del móvil, que si no es bien gestionada implica una gran pérdida de tiempo y un escaso rendimiento para las empresas.

Se siente presionada socialmente para publicar contenido diario en las redes sociales porque es a partir de estas plataformas que le llegan la mayoría de los clientes. Amanda Franco dirige una escuela de cocina saludable en Madrid, The Green Fuel, cuya gestión online le roba mucho tiempo si no se organiza bien. Se puede tirar hasta cuatro horas por día en Instagram, además de las que gasta en responder correos electrónicos y dudas de los alumnos. "También me quita salud debido a la exposición pública constante. La gente quiere saber de mi vida personal, además de la profesional", revela la joven empresaria, quien explica que "la programación y la delegación de tareas son fundamentales para liberarse del mundo virtual".

Una relación excesiva, incluso dependiente, de las redes sociales y otras aplicaciones 4.0 puede ser tóxica tanto para el directivo como para la salud de la empresa. La hiperconectividad esconde otros problemas: "La pérdida de tiempo, si la compañía no está en la plataforma que responde a los intereses de su público objetivo, y la merma de la reputación, cuando los directivos dejan de relacionarse y negociar personalmente para hacerlo a través de un smartphone", señala Fernando Gárate, consejero delegado de Antevenio, tecnológica de marketing digital.

España es uno de los países con mayor dependencia tecnológica: se sitúa entre los que más dispositivos electrónicos tiene y tiempo gasta en ellos: tres horas diarias de media, según la consultora Kantar TNS.

Otra de las razones por las que muchos empresarios se platean un 'detox' digital es por el fenómeno phubbing. Es decir, el gesto de ignorar a otras personas a favor del móvil. "Estar conectado 24 horas tiene un precio muy alto, que puede acabar en un estado de estrés laboral por la obsesión de trabajar", advierte Xavier Carbonell, doctor en Psicología y profesor en la Universidad Ramón Llul. Según el especialista, las redes sociales y los smartphones vienen para quedarse, por lo que los empresarios no pueden vivir a expensas de esta realidad. La clave está en saber usarlas y gestionar el tiempo que se les dedica.

La revelación de escándalos por el uso indebido de datos de clientes con fines publicitarios, como el conocido en 2017 de Cambridge Analytica, que usó información de 50 millones de usuarios de Facebook, motiva a muchos emprendedores a liberarse de la nube. Los más jóvenes son los que apuestan por una actitud joy of missing out (JOMO), es decir, la alegría de no conocer lo que ocurre en Internet, frente al comportamiento fear of missing out (FOMO), la ansiedad provocada por la desconexión. Para liberarse del mundo virtual, las pymes deben tener en cuenta lo siguiente:

Tecnología. Las redes sociales y otras aplicaciones 4.0 son un arma de doble filo: "Sirven como herramienta de distracción y de creación. Sus beneficios dependen del uso consciente que se les dé", asegura Fran Carreras, profesor de Estrategia Digital de Esade. Carreras apunta a la falta de atención como un problema. "Gastar tiempo en leer comentarios absurdos, visualizar perfiles y vídeos que no aportan valor añadido no sirve de nada", concluye el profesor.

Funcionalidad. Si el uso de estas plataformas es consciente y los tiempos están bien definidos, los atributos son muy competitivos para la pyme. Carreras identifica tres ventajas: el aprendizaje, las conexiones profesionales (relaciones personales) y la creación de contenido útil.

Perfil intoxicado. Es aquel empresario que no tiene formación suficiente para utilizar la tecnología de forma productiva. "Tiene un juguete en la mano -un smartphone- pero no sabe usarlo. Y lo peor de todo es que se deja llevar por el mismo aparato", alerta el profesor de Esade.

Vida personal en lo profesional

Hizo de su hobbie su profesión. Primero empezó su proyecto de comida saludable con un blog. Después montó una escuela de cocina en Madrid, The Green Fuel, donde realiza talleres e imparte clases. Amanda Franco es chef de alimentación natural pero invierte más tiempo en tareas marketing que creando recetas entre fogones. "Al principio dedicaba hasta cuatro horas diarias a las redes sociales, la gestión de mails y la atención al cliente. Ahora apenas empleo una y gracias a la planificación", revela la propietaria.

Sin organización, el estado físico y mental se ven afectados: "Hay momentos de máximo estrés en los que me agobio. Las redes me quitan salud y me generan ansiedad si las actividades no están todas programadas", manifiesta. Aun así, reconoce que son plataformas fundamentales para su negocio: "Por aquí llegan muchos clientes y recibo el feedback de alumnas que han participado en los talleres", sostiene. Franco confiesa que a veces no le apetece publicar pero a la gente le gusta saber sobre su vida. "Tienes que mezclar lo personal con lo profesional", lamenta.